URUGUAY alberga en su capital el teatro Solís, el más antiguo de Sudamérica -con 162 años de historia- y uno de los emblemas culturales del continente, que en todo este tiempo ha sido un referente para los grandes artistas locales e internacionales que pasaron por su escenario. Ubicado en el límite entre la Ciudad Vieja y el Centro, en Reconquista y Mitre. Vale la pena hacer una visita guiada para apreciar la monumental restauración de este recinto histórico, que demandó once años de trabajo. Inaugurado en 1856 con la ópera de Verdi «Ernani», el teatro de estilo neoclásico fue privado hasta 1937 . En ese año pasó a depender de la Intendencia de Montevideo, pero fue recién en 1995, cuando se creó el departamento de Cultura, que empezó a ser considerado como lo que es, una pieza fundamental del patrimonio histórico de la ciudad.
Tras un incendio, en 1998 lo cerraron para mejorar la seguridad edilicia. Al año siguiente comenzaron las obras de remodelación, que finalizaron en 2004. Hoy es un teatro de lujo al que tienen acceso todos los ciudadanos. La parte central se mantuvo y fue cuidadosamente restaurada. En el hall principal se conservaron las columnas de mármol de Carrara y una araña de Birmingham con cristales de Baccarat de 1909. Vale destacar que el Teatro Solís es el primer teatro latinoamericano que cuenta con la Certificación UNIT de Accesibilidad al Entorno Edificado. (Se puede consultar la programación en www.teatrosolis.org.uy).
En el ala derecha del teatro está Café Allegro, ideal para merendar. Allí se escuchó a Enrico Caruso cuando estaba en la cúspide de su gloria, se apreció el arte de Sarah Bernhardt, Lola Membrives, Vivian Leigh (la de Lo que el Viento se Llevó), al imponente Louis Jouvet, a Pierre Brasseur… digamos que durante mucho tiempo no había nadie importante en el mundo del arte que no se diera una pasadita por el Teatro Solís. Era lo que se merecía una sociedad hiperculta y próspera como lo era la montevideana de entonces.
El Solís es uno de los principales recintos de la cultura uruguaya y mantiene viva en su edificio la mezcla entre lo clásico y lo nuevo. La historia de este icónico teatro tiene diferentes etapas, desde sus comienzos como teatro privado hasta que pasó por las manos del Gobierno de Montevideo, y, una última, que se dio luego de un principio de incendio en un camerino que provocó el cierre del edificio para una reforma que llevó al Solís al siglo XXI.
La directora del teatro, Daniela Bouret, explica que el Solís es «el teatro patrimonial del Uruguay» ya que nació prácticamente junto al país, cuya Jura de la Constitución se dio en 1830 y muy poco después un grupo de ciudadanos propuso construir «un teatro digno de la ciudad».
Además de su fachada de teatro clásico, el orgullo del Solís es la Sala Principal, con una estructura conocida como «a la italiana» con forma de herradura, una araña de cristal de Bacarat de 500 kilogramos y un gran plafón ilustrado con pintura al temple en su centro y un fresco con figuras mitológicas realizado al óleo sobre el proscenio.
Imaginado y proyectado a escasos diez años de la Jura de la Constitución, el Teatro Solís ha sido desde entonces testigo y protagonista de la historia del país. Emplazado en un espacio montevideano bisagra entre la ciudad vieja y la nueva, hoy encontramos a su izquierda el edificio de la Presidencia de la República, inserto en un circuito gastronómico, cultural y artístico de la ciudad. Inaugurado en 1856 luego de la llamada Guerra Grande como Sociedad Anónima, en 1937 fue comprado por la Intendencia de Montevideo convirtiéndose en un teatro público, inaugurando así las primeras políticas culturales públicas al servicio de la ciudadanía.